Todos los días iban juntas a la tortillería a la hora de la comida, ella siempre iba saltando, de ahí su apodo "campamocha", bueno aunque hay que reconocer que tambien influyeron sus piernas largas y flacas, y que al caminar flexionaba las rodillas hacía afuera, se veía tan graciosa, tenía ocho años y su cabello castaño claro le brillaba bajo el sol como a una muñeca.
Siempre fue una rebelde de lo peor, desde los cinco, su hermana mayor tenía que traerla arrastrando de la casa de su amiga Flor a donde se iban en hora de clase a ver caricaturas, ella pataleaba, la mordía y arañaba, y todos los días era la misma historia de venir cargando por la fuerza, de vuelta a la escuela con aquel engendrito.
Cada día un reporte de mala conducta, que si es muy desordenada, que si le ha pegado a Gloris, (pero yo corroboro que la tal Gloris esa se lo merecía) que si le ha sacado la lengua al profesor, que si no entra a clases, por Diosssss, si solo tiene cinco años, creo que a esa edad empezó su etapa de "aborrecencia".
Le gustaba jugar a la princesa y se hacía su corona de piedras preciosas con las ramas de un tabachin, se confeccionaba faldas hawaianas y movia las caderas con el ula ula, tambien queria reivindicar con una "lucha libre", donde ella siempre pedía ser Blue Demon, a su equipo de beisball cuando estaba en el sótano de la tabla de posiciones, era un mendrugo de ser humano con dinamita en las venas.
Camino a la tortilleria habia una casa en la que vivía un perro enorme, muy bravo y escandaloso, creo que como resultado de vivir en la azotea, ella siempre le bailaba contorsionando las piernas al pasar por ahí, el perro se volvía loco ladrando, y ella dejaba escapar su estruendosa risotada de bruja de cuento.
Ese vez iban las dos como cada día por las tortillas para comer, pero oh oh sorpresa!!!, el perro esta vez estaba suelto en el patio del frente de la casa, solo verlas se les echó encima aquel animal furioso, ella salió corriendo como alma que lleva el diablo, pero su hermana que siempre fue medio bruta se quedo paralizada por el miedo, con el perro casi encima "campamocha" se dió cuenta de lo que pasaba y empezó a agitar los brazos y tirar con piedras al animal para llamar su atención, consiguiendo lógicamente que éste fuera tras ella.
La visión que tengo de ese momento es el recuerdo mas gracioso de toda mi vida, y hoy después de 12 años aún sigue haciendo que me bote de la risa, ver esa chiquilla huesuda y rubia correr calle arriba con aquel perro pisandole los talones, y yo petrificada sin poder moverme, solo viendola correr y pensando "rápido campamocha que te alcanza, rápido" no fuí siquiera para tomar una piedra y lanzarsela encima, o para pedir ayuda, noooo yo al contrario de mi güerita era algo mas que atarantada.
Aún veo como ella corría despavorida mientras el perro tranquilamente se daba media vuelta ya, cansado de correr, vino a la casa y se echo frente a la puerta con la lengua de fuera, y mientras pasaba todo esto en la mas completa calma, campamocha...seguía corriendo sin mirar atrás.
Ahora la campamocha ha crecido, se ha convertido en una preciosa jovencita, las huesudas piernas y brazos ahora han tomado formas de mujer, y los cabellos rubios estan mas claros consecuencia de los tintes, usa tacones altos y ya no la persiguen los perros de cuatro patas, sino los de dos, dentro de un mes se viene a vivir conmigo, y aún cuando es mas alta que yo y parece una modelito de revista, no puedo dejar de verla como la flaca destartalda que me salvó de que ese perro del demonio me arrancara un pedazo de pierna. Te debo una campamochita.
martes, agosto 12, 2003
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