Como mi amiga Pau se va de vacaciones y hace tiempo me pidió que contara un poco de mis días de actriz de teatro frustrada, ahí va un poquillo para que no se quede con la curiosidad.
Resulta ser que mi querida madrecita siempre le encantó verme sobre el escenario, yo era mil usos, la hacia de todo y para todos, desde los cuatro años, me paraba frente al pequeño ejercito de bichos infatiles en el kindergarden a decir la típica de "Mamacita, mamacita, esta recitación, me la enseñó mi maestra para que te la dijera hoy...", y al final los niñejos se chupaban los dedos o se hurgaban el el oído y las maestras aplaudían como si en verdad hubieran entendido lo que dije.
De ahí en adelante los seis años de primaria fui la estrella, yo era la declamadora designada, la de los monólogos, las obras de teatro escolar, teatro guiñol, oratoria, etc etc, y muchos mas etc., era mas conocida que la coca cola, siempre estaba amenizandolo todo, lo mas gracioso es que tenian que bajar el micro hasta el tope para que alcanzara, y todos ponían una cara de ternura que hasta me emociono.
El caso es que ya en mi edad de adolescencia, digamos 17-18 años, me apunte para participar en un grupo de teatro de mi ciudad, todos aficionados, bajo la dirección de un jóven emprendedor y dinámico, la primera obra fué "Las Cosas de la Vida" tipo Vaselina pero sin los bailes, ni los físicos, porsupuesto. Yo interpretaba a Matilde, la típica nerd de la escuela, chismosa y con una lengua mas venenosa que una cascabel, entre mi amigosha Petra y yo destrozabamos todo lo que se nos pusiera por enfrente, eramos las rechazadas.
Había un personaje, Pepe, el pandillero, que se la pasaba molestandonos y tirandonos helados en la cara, tengo una cicatriz en la mano derecha de una escena donde el estaba fumando y me abrazaba, por accidente me pego el cigarro a la mano, yo con la cara desfigurada del dolor continué con los diálogos, eso si yo siempre muy profesional.
En una ocasión salimos de la ciudad a llevar la obra a un pueblito vecinal, la función era a las ocho, y a las siete aún no llegaban los de la iluminación, no había espejos para maquillarnos así que nos maquillabamos unos a otros, las mamparas de la escenografía estaba sobrepuestas solamente porque la infraestructura del local no permitia asegurarlas, así que justos de tiempo y con un público mas bien raquitico empezamos la función, estabamos a media función cuando de repente se fué la luz, unos cables hicieron corto y parecía que habíamos puesto fuegos artificiales, dos de las mamparas que estaban detrás mio se cayeron haciendo un ruido estruendoso, los teloneros (si como no, los que acarreaban los cachibaches mas bien) que estaban tranquilamente fumandose unos cigarritos sentados tras las mamparas se vieron de pronto dando la cara al público, ni que decir la carrera que pegaron.
La gente abucheaba, chiflaba y gritaba cosas indecibles,jijijiji, y yo pase la mayor verguenza de mi vida artística, porque en los demás ambitos tengo otra peores. Pero esto no fue lo que me hizo desistir de mi sueño de ser la Ofelia Guilmein de la actualidad,nooo se necesitaba mas que un desastre espantoso para eso, la gota que derramó el vaso fue cuando me dijeron que por mi lamentable estado físico (morena, chaparra, y gorda, hay algo mas lamentable???) no podía interpretar a Blanche, de "Un tranvia llamado deseo" ese día dije: Con su permiso, vayan mucho a chingar a su madre.
Complacida querida.
martes, julio 29, 2003
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