lunes, julio 28, 2003

QUIEN LOS VIERA

Venía muy tranquilamente caminando por la calle que da a mi casa, disfrutando del clima, si si si aunque usted no lo crea, y es que hoy parecía que estaba en otra ciudad, el cielo totalmente nublado, el aire fresco, y hasta lloviznó un poco, pero bueno que el clima es tema aparte, decía que estaba yo caminando por la acera cuando de mi lado derecho pasó una señora de unos sesenta y pico de años, venía de tan buen humor que si hubiera volteado a verme le hubiera dedicado una sonrisa, pero no se dignó a eso, solo me pasó como bólido por el lado.

Yo pensé, pero como es posible que esta señora vaya a pasarme a mi, con mis veinticuatro encima, como quien dice en la flor de la edad, así que aceleré el paso, ahora verá esta mujer lo que es la fuerza de una jovencilla, pero imposible esa mujer caminaba más y más rápido, y nada que por más que me esforzé mis zancadas eran un fiasco. Jamás me había pasado eso, bueno solo una vez.

Fué en la casa de mis abuelos maternos, una casita de madera enclavada en la sierra tarahumara, llegamos ese día a visitarlos y yo iba como toda una turista, mis jeans con una playera suelta, y unos lindos zapatitos tenis con algo de tacón, mi abuelo, un hombre fuerte y alto, de sombrero vaquero, y con el mejor sentido del humor del mundo.

Era media mañana y me dijo -Tizona (es la forma cariñosita que el me llama, por negra si, por eso, pero con mucho amor) quieres ir a llevarle agua al burro??? esta cerca, yo ni tarda ni perezosa conteste que sí, una aventura por el campo que emocionante, así que ahí iba muy contenta con una pañoleta atada en la cabeza, pero que bien me veía, empezamos a bajar por la ladera, y vaya ladera, estaba mas empinada la condenada, entre todo ese monton de piedras y yo con mis tacones era toda una desgracia, iba derrapando ladera abajo deteniendome con lo que podía, que espectáculo señores, casi hubiera sido mejor que me hiciera bola y me pusiera a rodar.

Después de casi media hora llegamos a donde el maldito burro estaba, esperando su agua, yo me senté a medio camino, con la lengua de fuera y resoplando como caballo, apenas habia reposado unos minutos cuando mi abuelo dijo que nos ibamos de regreso, yo pense que gracias a Dios ya pronto estaría retozando en el porche con un buen atole de mi abuelita, jaaaaa ilusa de mi, el camino de regreso fue una prueba de fortaleza y de fé, porque se necesita mucha fé para pensar que puedes llegar.

Subir es mucho peor que bajar, yo iba en cuatro patas practicamente agarrandome con las manos toda sudada y descompuesta, mi abuelo solo volteaba a verme con una sonrisa de burla que no podía con ella, y tannn fresco, a medio andar se compadeció de mí y nos detuvimos a descansar unos minutos, yo pensaba que prefería quedarme a vivir ahí, justo ahí enmedio de la nada y no volver a mover un músculo jamás, me faltaba el aire y las piernas me temblaban.

Cuando por fin llegamos a casa, y gracias a que mi hermana me empujaa por la espalda, me tiré toda la tarde en el piso privada de la realidad, me costaba hasta estirar las manos para alcanzarme un vaso con agua.

Cuando al día siguiente mi abuela me invitó a arrear una manada de chivas le dije muy sutilmente -Gracias nana, pero preferiria que me masticara Camila (la vaca), así que desde ese día me dedique a comer, beber e ir de cacería, por mi que el burro se muera de sed.

En fín, que los abuelos tienen una lección que darnos eh, la juventud es totalmente relativa así que de hoy en adelante olvidense de que les de el asiento en el autobus, vaya burla, si son mas fuertes que yo. Forget it!!!, y si hay alguien a quien culpar por mi aparente poca compasión,jaaaa, a mi ni me hablan, alla reclamenle al burro.

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